miércoles, 15 de mayo de 2013

El oleaje y su influencia en la pesca


                        
                  El  oleaje y su influencia
                              en la pesca


                             
Movimientos relativamente ligeros en la superficie del mar constituyen siempre un elemento positivo para la pesca, en tanto que grandes vientos que provocan oleajes y marejadas considerables suelen ser un factor negativo; pero un tiempo relativamente tranquilo después de una gran marejada puede ser uno de los mejores momentos para pescar, ya que el fondo se habrá removido y los peces se mueven en busca de alimento.
 Por otra parte, la conformación del fondo del litoral tiene una gran influencia sobre el oleaje; los fondos de arena inclinados, conformación de la mayoría de las playas amplias, frenan el impulso de las olas, mientras que en las costas rocosas y escarpadas con fondos profundos, las olas mantienen toda su potencia y rompen contra la costa arrastrando cuanto encuentran.
 Estudios concretos han demostrado que una ola de cinco m. de altura, con una longitud de onda, distancia entre dos crestas consecutivas, de 125 m. y una velocidad de propagación de doce m. por segundo, puede desarrollar una potencia de cerca de 300 caballos por m. lineal...

                              

La ola consiste en un movimiento circular del agua de mar, pero en contra de lo que puede parecer a simple vista, el agua no se desplaza; únicamente cuando este movimiento tropieza contra un obstáculo o el propio fondo, la onda se rompe, desplazándose, tal como podemos ver en la orilla de una playa, donde las olas tipo rodillo van estrellándose contra la arena. La parte inferior de la ola ve frenado su avance, en tanto que la cresta, desequilibrada, se adorna de espuma y cae; la rompiente es más importante cuando las olas son grandes, debido esencialmente a que la masa de agua es superior. Cualquier pequeño animal atrapado en este rodillo: cangrejos, gusanos marinos, alevines, etc., se encontrará en serias dificultades, siendo en ese momento presa fácil de lubinas y otros predadores, nadadores ágiles y potentes.
Las olas son producidas por el rozamiento del viento contra la superficie del agua, causando el mismo efecto que si lanzamos una piedra en un charco, aparecen grupos de ondas que son las que realmente se desplazan, y al paso de cada onda las partículas líquidas realizan un movimiento circular en el lugar donde se encuentran, pero sin moverse en sentido horizontal.


Las olas pueden definirse por su altura y su longitud; siendo la altura la distancia vertical entre la cresta y la parte baja de la ola, y la longitud la distancia horizontal entre dos crestas o dos senos consecutivos, conocida también como longitud de onda. La relación entre altura y longitud caracteriza la combadura. En general, las olas son mucho más largas que altas, resultando su combadura crítica cuando esta relación se acerca a un valor de 1/7; si la altura aumenta, la cresta rompe, se convierte en rompiente, produciéndose en este caso un desplazamiento del agua en sentido horizon-tal. Las longitudes de onda suelen estar comprendidas entre veinte y cien m., aunque en alguna ocasión pueden ser muy superiores, y el valor más frecuente de la altura suele estar comprendido entre medio y dos m., pudiendo alcanzar diez o quince con tempestad fuerte.
Pero un estudio simple de la ola nos puede permitir el conocimiento de los fondos donde practicamos la pesca; hemos dicho anteriormente que las olas consisten en un movimiento circular del agua del mar, cuyo diámetro es igual al doble de la altura o parte visible de la ola; por lo cual, en tanto la ola es visible y su cresta no rompe, podemos decir que el agua puede girar libremente y que el fondo es superior a la altura de la misma. Pero cuando las olas se van acercando a la costa y la profundidad es critica, esto es, menor que su altura, las olas rompen.



 Estudios específicos demuestran que la profundidad del agua bajo una rompiente, desde el nivel de agua tranquila es igual a 1,3 veces la altura de la rompiente. Y esto puede producirse en cualquier zona de fondo bajo o de plataformas rocosas cercanas a la superficie, lugares que podremos identificar por el comportamiento de la ola en esos lugares, resultando la pesca en sus cercanías bastante productiva.
El color del agua puede resultar asimismo un perfecto indicador de la profundidad; el agua amarillenta indica un fondo de poca profundidad, en tanto que un agua azul claro señala profundidades medias, y un azul oscuro zonas más profundas, depresiones o pozos, donde debemos lanzar nuestras líneas prioritariamente.
Otras características de las olas son: el intervalo de tiempo que tardan dos crestas en pasar por un determinado punto, llamada período, y la distancia recorrida por la ola en una determinada unidad de tiempo, o velocidad.
Cuando las olas llegan a un obstáculo de la costa, tal como puede ser un muro vertical, un acantilado o el borde de un muelle, se reflejan y vuelven a partir en dirección contraria chocando contra las que vienen y formando una zona de movimiento irregular normalmente cubierta de espuma.
Es conveniente observar la cadencia de las rompientes; es un hecho, sin ninguna base científica, que después de una serie de olas fuertes, aparece otra de olas más bajas o flojas; el ciclo suele estar formado por tres o cuatro olas fuertes seguidas de ocho o nueve normales. Compruebe el hecho de forma concreta en el lugar donde esté pescando, y aproveche el ciclo de olas normales para efectuar sus lanzados.
Pero incluso con mar muy fuerte y grandes olas, pueden buscarse zonas abrigadas en las que la pesca sea posible, lugares donde los peces habrán acudido a refugiarse.


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