martes, 26 de noviembre de 2013

La presión atmosférica. Influencia en la pesca y el clima



                      LA PRESIÓN ATMOSFERICA.

           "INFLUENCIA EN LA PESCA Y EL CLIMA"






Disponer de un barómetro y saber cómo uti­lizar sus indicaciones puede ser un factor de­terminante para planear las salidas de pesca, ya que gracias a él podremos conocer con re­lativa antelación la tendencia del tiempo, y si reflejamos en una especie de libro de notas o cuaderno las diferentes variables de cada una de nuestras salidas de pesca, éste nos propor­cionará al cabo de algún tiempo una informa­ción de gran valor, ya que podremos compro­bar las coincidencias entre estas variables y el máximo número de capturas.



El barómetro nos indica la presión atmosfé­rica, o peso de la columna de aire que existe por encima del mismo, y teniendo en cuenta que el aire pesa más cuando está seco que hú­medo, presiones altas indicarán tiempo seco, y presiones bajas, tiempo húmedo o lluvia. Y con independencia de una indicación de pre­sión baja, será necesario que la temperatura se enfríe para que la humedad se condense y la lluvia se produzca; la condensación que se produce en los cristales de cualquier habita­ción o en el coche durante el invierno es un buen ejemplo de este fenómeno, ya que el aire caliente puede contener más humedad que el aire frío. Es un hecho conocido que la lluvia dulcifica la temperatura, ya que el cambio de vapor de agua en agua, al condensarse, des­prende calor, fenómeno que frena el enfria­miento de la atmósfera. Los valores de la pre­sión se expresan en milibares o mm. de columna de mercurio, considerándose como el valor normal al nivel del mar el de 760 mm. o 1.013,3 milibares; por debajo de esos valo­res las presiones se consideran bajas, y por en­cima altas...




Pero más importante que los valores abso­lutos indicados por el barómetro son sus va­riaciones o tendencias, entendiendo como ten­dencia el aumento o disminución de la presión en un intervalo de tres horas; un descenso len­to y continuo anuncia la presencia de viento durante algunos días, y un descenso rápido trae el viento de forma inmediata. Si la caída es pequeña, el viento será débil; si es amplia, el viento será fuerte. De ahí viene el dicho: «Si el barómetro desciende con suavidad, trae viento y aun tempestad».

Una subida lenta y prolongada nos asegura buen tiempo durante los dos o tres días si­guientes, en tanto que si la subida es muy rá­pida, habrá una mejora de corta duración. Cualquier descenso de la presión barométrica es, casi siempre, un indicador de mal tiempo.

A partir de las lecturas del barómetro en di­versos lugares, se confeccionan las llamadas curvas isóbaras o isobáricas, curvas que unen los puntos que tienen la misma presión, y es evidente que el aire pasará de los puntos en que la presión es alta a aquellos en que es más baja, por lo que el viento soplará en la dirección correspondiente a la línea que une dichos puntos, y será más fuerte cuanto mayor sea la diferencia de presión entre dos lugares situa­dos a una unidad de distancia determinada, o lo que viene a ser lo mismo, cuanto más es­trecha o menor sea la distancia entre las cita­das curvas. 





Disponiendo de un mapa isobárico, que sue­le aparecer en algún periódico todos los días, se puede deducir la dirección y fuerza del viento a la vista del mismo.

Si el punto interior de las curvas isobáricas señalan la presión mínima, se dice que en ese punto existe un ciclón, y si, por el contrario, señalan una presión máxima, nos encontrare­mos frente a un anticiclón.

En el caso del ciclón, el viento se dirige ha­cia ese punto desde todas partes, y se forma una columna de aire que se eleva para dejar es­pacio; esta columna de aire puede condensar­se en la atmósfera, originando lluvias.

Pero si lo que existe es una presión máxima o anticiclón, el aire saldrá de ese punto siendo sustituido por aire de las capas altas de la at­mósfera, aire generalmente seco, lo que pre­dice tiempo estable y cielos despejados.

Asimismo la presión atmosférica tiene una influencia decisiva sobre el comportamiento de los peces, ya que éstos son muy sensibles a sus variaciones, y cuando la presión baja de forma rápida, anunciando una perturbación, aquéllos dejan de alimentarse y se van en bus­ca de grandes fondos. Pero al igual que su ins­tinto les señala de forma anticipada la llegada del mal tiempo que presagia la brusca caída del barómetro, es capaz de indicarles de for­ma anticipada el momento en que las buenas condiciones vuelven, y antes del final de la tormenta volverán a las zonas de caza en bus­ca de gusanos, moluscos o crustáceos que las grandes olas han removido de sus emplaza­mientos y de los que pueden alimentarse sin grandes esfuerzos.








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