viernes, 15 de marzo de 2013

Guía de iniciación a la pesca costera: 1-Las bases


           


              Guía de iniciación a la pesca costera

                               1-Las bases


Este es el primer artículo de una serie, que constituyen una guía para principiantes y aficionados a la pesca marítima desde tierra. Para ello, repasaremos algunos conceptos básicos, pensando en todo aquel que, como usted, esté planeando gozar de unas tranquilas jornadas de pesca en ese lugar de la costa que tanto le gusta. 

                    

Quizás usted no haya nunca pescado antes, o bien, lo haya hecho únicamente en aguas continentales. Quizás esté considerando adquirir un equipo adecuado a sus pretensiones, o tratando de adivinar cuál será el mejor lugar para lanzar su caña. No se preocupe: a lo largo de las páginas que siguen, trataremos todos estos asuntos, con la esperanza de que su lectura le resulte provechosa. Vámonos de pesca... 


La pesca en la mar
En principio, pescar en la mar se asemeja mucho
a hacerlo en aguas continentales y lo que 
encontraremos bajo la superficie es prácticamente
lo mismo: peces, crustáceos, moluscos... Sin embargo, no olvide que existen algunos elementos característicos del medio marino que hay que tener en cuenta, como son las mareas y el oleaje. Las olas son ondas superficiales que desplazan cierta cantidad de agua. 
Cuando topan con un accidente que sobresale del lecho marino o cuando el fondo se eleva bruscamente, esa masa de agua tenderá a alzarse de modo proporcional y alcanzará una altura determinada, para luego volver a caer por efecto de la gravedad. Es lo que llamamos “romper” la ola. 
Si pescamos en un sitio expuesto a la acción del oleaje, deberemos estar prevenidos para que no nos arrastre un golpe de mar. Las consecuencias serán muy desagradables, incluso trágicas. ¿Cómo sabremos hasta dónde pueden llegar las olas? Esto es difícil establecerlo con exactitud, pero existe un método bastante preciso y efectivo.  

Si nos encontramos en el Mediterráneo -o en el Cantábrico u Atlántico con la marea bajando-, observaremos la mar durante al menos quince minutos desde un lugar elevado, que nos permita contemplar la formación y evolución de las olas. Entonces, descubriremos que, entre todas ellas, se dan tres –que van seguidas una de otra- de mayor envergadura que el resto y que marcan el límite por altura. Es lo que muchos marinos conocen como “las tres Marías” y los surferos como “la serie”. Esta serie de tres olas significativamente mayores que las demás, determinan el punto limítrofe hasta donde puede llegar el oleaje. Si ubicamos nuestro puesto de pesca un par de metros más allá, será muy difícil que una ola llegue a mojarnos y, mucho menos, nos arrastre. En caso de que la marea esté subiendo y nos encontremos en las costas del Atlántico o de la Cornisa Cantábrica, el asunto se torna más complicado, por lo que recomendamos al neófito se abstenga de pescar en las rompientes y busque la seguridad de otras zonas más tranquilas, como el interior de los puertos o las bahías calmas. 

Estos sitios siempre albergan a gran cantidad de animales marinos, sirven de refugio a los alevines y de cazadero a los predadores, y, cualquiera que sea el estado de la mar o de la marea, pueden ser pescados.
Llamamos marea al movimiento cíclico en la altura de los mares, consecuencia de la influencia gravitatoria de la luna y el sol. Así, cuando ambos se sitúan en línea –cosa que ocurre con la luna llena y la luna nueva- se suman sus fuerzas de atracción sobre los océanos y entonces se produce el fenómeno que denominamos mareas vivas. Estas mareas son aquellas que suben mucho –conocidas también por mareas grandes- y que, consecuentemente, bajarán también mucho. Después, a medida que transcurren los días y la luna se vuelve creciente o decreciente y forma progresivamente un ángulo con el sol cada vez más recto -como si fuese un péndulo que nunca llegase a la situación de equilibrio-, la marea se tornará cada día más muerta o pequeña; esto es, con menor desnivel o diferencia entre la pleamar y la bajamar, hasta que, alcanzado un punto, comienza a ser un poco más viva cada día, a medida que nos acercamos otra vez a una luna nueva o a una luna llena, y vuelvan a quedar en línea los astros. 

La marea sube y baja dos veces cada día, pero, como el día lunar es más largo que el solar, -aproximadamente unos 50 minutos más- la pleamar y la bajamar se producirán cada día un poco más tarde –esos 50 minutos de diferencia-.
En el Mediterráneo, por ser éste un mar pequeño y cerrado (casi un lago salado) la marea es poco pronunciada y podremos no tenerla en cuenta. Pero en las costas bañadas por mares abiertos, la comprensión de cómo operan las mareas resulta fundamental para la pesca desde tierra. Y no sólo por lo referente a la seguridad personal de cara al oleaje, sino porque muchas especies de peces litorales se alimentan en función de los movimientos de la marea.  De este modo, será poco menos que inútil lanzar nuestros aparejos con la marea bajando –máxime cuando ésta es viva-, pues los peces se estarán también retirando. Muy al contrario, lo más conveniente será intentar “interceptarlos” cuando la marea sube y ellos se aproximan a tierra siguiendo el curso del agua que invade zonas que quedaron en seco.

Estos lugares o charcos que deja la marea cuando se retira, llamados “tildales” son los más provechosos, pues es aquí donde viven gran parte de los animalillos y algas que constituyen el alimento de las especies litorales. Serán, en buena lógica, los mejores sitios para proveerse de carnada o cebo: gusanos, mejillones, cangrejos, quisquillas y un largo etcétera.

 

El cebo
Acabamos de citar unos cuantos cebos que son casi universales para la pesca costera. En realidad, la práctica totalidad de estos pequeños seres que viven en las zonas intermareales constituyen una perfecta carnada. Hacerse con un puñado es sencillo. Basta con investigar estos charcos tildales con la marea baja, ayudados por una pequeña red o quisquillero. Cualquier pequeño crustáceo, cualquier molusco, cualquier anélido –gusano- que encontremos, se considerará apto para ser encarnado en el anzuelo.
Si nos resulta un engorro “coger cebo”, la otra opción consiste en comprarlo en una tienda de pesca o afín. Lo más común pasa por adquirir una cajita de gusanos marinos. Pero si no encontramos ese comercio especializado, unos mejillones, chirlas o similares serán igualmente efectivos. Como último recurso, siempre podemos echar mano de unas gambas congeladas, unas tiras de calamar o, incluso, unos berberechos en conserva “al natural”.



El equipo
Respecto al equipo, conviene desechar unos cuantos tópicos instalados en la mayoría de los que se acercan a la pesca marítima por primera vez. Pese a que los océanos se vean surcados (cada vez menos, de todas formas) por peces enormes, el equipo que emplearemos no ha de ser pesado y fuerte, sino, más bien, de reducidas dimensiones y lo bastante ligero para aguantarlo en la mano durante varias horas.



Tenga usted en cuenta que nunca tendrá acceso a los atunes que aparecen en los anuncios de conservas, ni a los meros que pueblan el menú de las bodas. Ni siquiera al pez espada que tantas veces ha comido con ali-oli. Un pez de más de cinco kilos en nuestras costas constituye casi una rareza, una excepción que no vale la pena contemplar. Así que, por muy optimista que sea usted, cómprese una caña ligerita y de unos tres metros, un sedal de menos del 0.25 y unos anzuelos del tamaño de su uña meñique. Y créame, serán más que suficiente para capturar el 99% de los peces que se interesen por su carnada. 
Además, cuanto más ligero sea su aparejo, más disfrutará de sus capturas y, en líneas generales, más barato le saldrá el equipo.


Los mejores lugares
 A priori, cualquier lugar es bueno. Depende de las circunstancias. Lanzar en una playa poco frecuentada por bañistas resulta excelente, pero no menos idóneo será el interior de una bahía, o los cortados al pie de una pared rocosa. Ahora bien, para determinar la elección de nuestra zona de pesca, habremos de contemplar ciertas variables, en especial tres, que citamos a continuación:
La primera, que el sitio elegido sea “fácil”. Cuando digo fácil, quiero indicar que su acceso es sencillo, que no presenta peligro –no hay olas, ni demasiado verdín en las rocas, ni otros riesgos- y que es suficientemente espacioso para permitir movernos con el equipo.
La segunda condición es que alcancemos zonas de cierta profundidad con nuestro aparejo, estimando el mínimo en unos dos metros. 
Esto es muy importante en el Mediterráneo, donde la marea es poco apreciable y los peces no acostumbran a desplazarse hacia la orilla a medida que ésta sube. Además, las aguas, por lo general más quietas y cristalinas que las de las costas oceánicas, favorecen que la pesca se encuentre a mayor profundidad. Recuerde que los peces se sienten más vulnerables en estas condiciones de poco fondo y agua nítida, por lo que tenderán a no acercarse demasiado a tierra. 
Por último, habremos recabo cierta información sobre lo que pretendemos capturar y nos cercioraremos de que, tanto nuestro equipo como el cebo y el lugar elegido, se corresponden. De no ser así, estamos abocados al fracaso más estrepitoso. 



Unos consejos de despedida
Lo más recomendable para alguien que se inicia es que practique las dos modalidades más típicas y sencillas: a fondo y a boya. Olvídese de los artificiales, de la pesca a pulso, de los aparejos complicados o de múltiples anzuelos.
Si no sabe empatar anzuelos, cómprelos empatados y practique en casa el nudo con un bolígrafo y un cordón de zapatos, pero no arruine su jornada de pesca tratando de dar un nudo que no le sale.
Separe los plomos del anzuelo al menos treinta centímetros, y no ponga ni mucha ni poca carnada: justo para que cubra el anzuelo.
Si pesca a fondo, procure echar sobre un lecho de arena o fango y evite los fondos rocosos donde, a buen seguro, perderá el aparejo. Si pesca a boya o flotador, sea generoso dando calado al aparejo, pues en esta modalidad es siempre preferible pecar por exceso que por defecto. Mantener la carnada a una braza sobre el fondo resulta generalmente efectivo, mientras que a una braza bajo la superficie sólo capturaremos unas pocas especies.  
Ah! Y, sobre todo, fíjese en lo que hacen y cómo lo hacen los demás pescadores. No le dé vergüenza preguntar, que nadie ha nacido sabiendo. Y si se le enreda el aparejo, le comen el cebo sin poder clavar al pez, o lo pierde cuando usted lo veía ya en la sartén, recuerde que no se aprende a montar en bicicleta sin haberse caído antes muchas veces.




4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me estoy planteando comenzar a pescar, pero aunque las ganas son muchas los conocimientos al respecto ninguno. Así pues me encantaría que alguien por favor me aclarase un par de preguntas ¿es necesario tener alguna licencia para pescar? en mi caso seria para pescar cosas pequeñas en la playa (Valencia) y ¿las cañas pequeñas se pliegan para poder transportarlas mejor? gracias

Asturpeskin dijo...

Cada comunidad tiene una normativa distinta en lo referente a las licencias de pesca pero por lo general si son necesarias para cualquier tipo de pesca deportiva.
puedes informarte el las oficinas del ministerio de agricultura y pesca de tu comunidad, no suelen ser caras y en algunas comunidades como Asturias son validas para 5 años.
En lo referente a las cañas tienes de muchos tipos pero si quieres cañas plegables usa las tipo telescopicas que te ocupan muy poco espacio cuando están plegadas, pero para pescar en playa lo mejor son cañas de 4 a 4.50 metros totalmente abiertas y cerradas no te llegan al metro de longitud.

Unknown dijo...

Gracias por tus consejos, apenas me estoy enseñando a pescar y aplicaré estos consejos cuando visite unos excelentes puntos de pesca en Punta del Este, Uruguay que me recomendaron probar, y espero que me den buenos resultados.

Alejandro Miranda Cortés dijo...

Quiero quitar la licencia de pesca que sólo tengo q