lunes, 4 de marzo de 2013

Crustáceos - Un cebo indispensable -



                           


                                 Crustáceos

                        - Un cebo indispensable -




Un cebo interesante para pescar son los crustáceos, hay mucha variedades como cangrejos, langostinos, ermitaños, galeras  etc. cualquiera de ellos nos puede reportar buenos ratos de pesca.
Los crustáceos se caracterizan por tener un caparazón duro que les protege, sus patas son articuladas y las dos delanteras tienes forma de pinza las cuales utilizan para defenderse y comer.
Se alimentan de gusanos, larvas y pececillos.  Las hembras pueden poner hasta 250 huevos que llevan debajo del abdomen hasta que eclosionan y conforme van creciendo mudan  el caparazón    aumentando su tamaño.
Seguidamente os detallo una lista de los crustáceos mas habituales para pescar :




Cangrejo verde. Carcinies maenas.




Habita las zonas tildales frecuentemente escondido bajo las algas, bajo una roca o bajo la arena, enterrado a muy poca profundidad. También es muy común en los estuarios de todos nuestros ríos.

Es un cebo magnífico para la dorada y los grandes sargos cuando cebamos nuestros aparejos de surf casting y lanzamos en zonas de arena y fango. Para impedir que se entierre, algunos pescadores le arrancan las dos patas de atrás, aunque no estamos seguros de que esto funcione. Lo que sí es esencial es no presentarlo nunca en aparejos que trabajan a media agua. Es un animal de fondo y allí es donde debe estar y donde engañará al pez.
Puede crecer bastante, así que su tamaño se adecuará al de la captura que pretendamos, sobre todo si está duro, es decir, si no ha mudado recientemente.
El cangrejo verde o común no suele encontrarse fuera del agua -salvo algunos que quedan en seco con la bajamar debajo de una piedra con abundante humedad- y optan con frecuencia por enterrarse en la arena, aunque nunca profundamente ni en ningún sitio concreto, al revés que sus primos (Squilla mantis) conocidos por galeras.
Tampoco se encuentra en las paredes de roca, como hace otro de sus parientes, la sapa, zapatero o corredor, ya que no soporta quedar en seco durante muchos minutos. Por tanto, si pescamos en las zonas de acantilados o de grandes paredes rocosas que bate la mar, su uso no es demasiado adecuado, pues los peces que patrullan la zona no están acostumbrados a encontrarse cangrejos verdes en esos parajes, mucho menos a media agua, es decir, pescando con boya.
Como a casi todos los crustáceos, debemos encarnarlo procurando no herirlo. Para esto existen varias maneras de hacerlo. La más sencilla –y mi opción personal- pasa únicamente por amarrarlo con una gomita.
También podemos prender el anzuelo atravesando el punto en el que las patas anteriores se unen con el cuerpo del animal, pero esta forma no garantiza una sólida sujeción y corremos el riesgo de herirlo gravemente.
Otra manera, muy ingeniosa, consiste en secarle el caparazón y pegar allí el anzuelo
valiéndose de unas gotitas de pegamento rápido y extra fuerte.
Para capturarlos, basta con pasearse por la zona litoral con un truel e ir levantando piedras. Más efectivo aún resulta cebar un retel con un trozo de pescado y buscarlos en los estuarios o en el interior de los puertos.

Habitualmente nos olvidamos de los cangrejos cuando pretendemos pescar lábridos. ¿Por qué? Pues porque asociamos a los cangrejos a los grandes espáridos de dentadura poderosa y fuertes mandíbulas. Pero, ahora viene la pregunta del millón: ¿es que todos los cangrejos son grandes y duros? Pues no: lógicamente los cangrejos no nacen midiendo cinco centímetros de largo y con unas poderosas pinzas. Entonces, ¿por qué no probamos a encarnar con los más pequeñitos, esos que encajan como un guante en nuestro minúsculo anzuelo? Por desconocimiento, sin duda. 
Repárese en que estos cangrejillos, por un lado, son más frecuentes y fáciles de atrapar que sus hermanos mayores y, además de más pequeños, generalmente más blandos, más aptos, en suma, para las fauces de los lábridos.
Respecto a los cangrejos de mayores dimensiones, si damos con ellos cuando están mudando, podemos llevarnos gratas sorpresas, y no sólo me refiero ahora a los lábridos, sino también a especies tan perseguidas como la lubina. El cangrejo blando es uno de los mejores cebos para el durdo o la maragota, incluso partido en pedazos que se adecuen al tamaño de nuestro anzuelo, funciona a las mil maravillas.



Zapatero ( sapa). Pachyprasus marmoratus
















También llamado mulato y corredor, es el cangrejo de forma cuadrada y de tintes oscuros presente en todas las zonas mediolitorales y supralitorales de nuestra península. No le molesta la exposición prolongada al aire y al sol, y suele estar sobre las rocas al descubierto, siempre preparado para arrojarse al agua o esconderse en una grieta cercana.
Muchos peces litorales conocen está costumbre de arrojarse súbitamente al agua y allí lo esperan ansiosos, sobre todo los sargos y la lubina.
Por eso, este cangrejo puesto en el anzuelo y columpiándose en el vaivén de las olas, medio camuflado por la espuma, se vuelve irresistible para los peces que patrullan la escollera.
Si hemos cogido muchos cangrejos, tomaremos los más duros y grandes, los aplastaremos a pisotones y arrojaremos al agua sus pedazos para atraer y confiar a la pesca. Luego pondremos uno –lo más blando posible- en el anzuelo y lo arrojaremos de igual manera sobre la ola, en el momento en que ésta rompa contra las piedras. La picada en estas condiciones es decidida y brutal.
Los cangrejos zapateros son muy escurridizos y tratan de ponerse a salvo entre las piedras tan pronto como se sienten descubiertos. Durante el invierno, a causa del frío, se desplazan con cierta torpeza, -también cuando acaban de mudar y son blandos como una “gominola”; en ocasiones casi no pueden moverse y constituyen entonces el mejor cebo imaginable- pero en verano, especialmente los días calurosos, su metabolismo se halla "revolucionado" al máximo, y corren como almas que lleva el diablo.
Su estructura corporal está, asimismo, diseñada para la carrera y para guarecerse bajo las piedras y en las estrechas grietas de las rocas calizas. Sus patas, rematadas en uñas, son fuertes y ágiles, y su cuerpo plano les permite introducirse en estrechísimas rendijas.
Lo mejor para conseguir cangrejos recién mudados es bien simple. Deberemos buscarlos bajo las rocas que se hallan colindantes con el estrato supralitoral, en otras palabras, bajo las rocas que sólo reciben un aporte mínimo de agua marina en cada punta de marea.
Este cangrejo, como casi todos los crustáceos marinos, se enfrenta a un problema: puede vivir durante cierto tiempo en seco, pero necesita un aporte de agua marina con regularidad. Eso determina que los cangrejos zapateros o mulatos busquen estos emplazamientos para esconderse después de mudar, y se amparen al cobijo de las rocas que marcan el límite de la marea, lo justo para estar sumergidos unos minutos antes de volver a quedar en seco.
¿Por qué? Pues porque el cangrejo sabe que casi todos sus enemigos potenciales vienen de la mar y que a los peces les encanta engullir crustáceos blanditos y gomosos, como él en estos momentos. Por eso evitarán zonas que queden sumergidas a profundidad bastante como para que un pez pueda merodear por allí, y se acogerán a las zonas más secas, aunque, como decíamos, siempre dentro del radio de acción de la marea.
Ya saben donde buscarlos. Levanten las piedras –cuanto más grandes sean éstas, por regla general, mayores serán también los cangrejos que se esconden bajo ellas- y pongan a punto sus reflejos, porque a los cangrejos zapateros, con mucho fundamento, se les conoce también como “corredores”.
En caso de que renuncie de antemano a levantar piedras, sólo le queda una opción para capturarlos después de mudar, aunque no es muy recomendable, por el riesgo que conlleva desplazarse entre las rocas por las zonas tildales durante la noche. Coja una linterna, póngase un calzado cómodo y a poder ser, cuya suela no resbale, y adéntrese en los pozos poco profundos que deja la marea. Allí los encontrará al descubierto, siempre y cuando los busque en charcos de muy escasa profundidad y alejados de la orilla. Cuidado con el verdín si camina de noche por esos vericuetos del litoral, tan húmedos y resbaladizos.


Ermitaño. Eupagurus bernhardus



También conocido como caracol bruja o magurio, constituye un magnífico cebo que puede ser recolectado sin esfuerzo durante las horas de bajamar. Es muy eficaz para todos los peces de roca. En el Mediterráneo su variedad “gigante” es empleada frecuentemente para cebar los palangres de fondo de los profesionales. Presenta la ventaja añadida de que, si nos acercamos al puerto pesquero más cercano, podremos conseguirlos a miles cuando limpien las redes de arrastre.
Este crustáceo figura en las primeras posiciones de la lista de mejores cebos; sin embargo, existen muchos aficionados que no lo conocen o, simplemente, no lo utilizan.
Quizás el mayor inconveniente que presenta es su escasa talla, pero en el Mediterráneo encontramos una subespecie endémica de ermitaño de mucho mayor tamaño que el común, ampliamente distribuido por todo el litoral ibérico.
Podemos aprovisionarnos de estos crustáceos en las rocas que deja al descubierto la marea o bien husmeando entre las artes de arrastre, cuando son limpiadas en el puerto.
Respecto al cangrejo ermitaño -también conocido como caracol bruja-, los profanos deben saber que, obviamente, no se trata de un molusco gasterópodo, sino de un crustáceo. Entonces, se preguntará alguno, "¿cómo así tiene concha?". La respuesta es simple: la roba. Se la roba, por supuesto, a un caracol de verdad, a un verdadero gasterópodo, que estaba en el fondo llevando una vida, suponemos plácida, de molusco, hasta que muere y es despojado de su casa, o lo matan y es despojado de su casa, que aunque no es igual, es parecido. El caso es que uno se queda sin parte de su cuerpo y el otro se apropia de él.
Digo esto, porque aliviará problemas de conciencia al aficionado que decida emplear ermitaños como carnada, para lo cual tendrá que hacer salir al animalillo de su concha.
Para ello existen dos métodos, igualmente expeditivos, pues el inquilino ermitaño es propenso a resistirse y no abandonar su morada -por mucho que la haya previamente robado- de buen grado. Así que no pierda el tiempo conminándole a salir y oblíguele por las bravas. Las dos maneras a las que nos referíamos son estas:
A) Partimos la concha con ayuda de una piedra o de un martillo: La ventaja es que es un método rápido. La desventaja es que, si no se hace con mimo y atinadamente, corremos el riesgo cierto de hacer puré a nuestro crustáceo.
B) Calentamos la concha con un mechero: La ventaja es que siempre sale entero y en prefecto estado operativo. La desventaja es que es un método lento y paciente y, a veces, nos quemamos los dedos.

Este cangrejo debe ser encarnado comenzando por su blando abdomen, de manera que la punta del anzuelo salga finalmente por la cabeza, entre las patas. Su aspecto resulta poco agraciado –de ahí que en muchos puntos de nuestra geografía es conocido vulgarmente como “caracol bruja”-, pero para los peces de roca, es deliciosos e irresistible. Constituye una carnada perfecta para pescar lábridos, espáridos y pequeños serránidos.
Para sacarlo de la concha, bastará con calentarla con un mechero o en una pequeña parrilla. Tan pronto como sienta que su tradicional refugio quema y se ha vuelto, por tanto, inhabitable, el indefenso magurio saldrá despavorido.


Galera. Squila mantis



Estamos frente al cebo de moda. Este crustáceo de reducidas dimensiones carece de valor gastronómico, pero no de valor comercial, si nos atenemos a la alta demanda que presenta por parte de los aficionados a la pesca. En efecto, el kilo de galera cuesta más dinero que el de langostinos, aunque no se venda por kilos, sino por unidades o por docenas, en los mejores comercios de pesca deportiva.
En realidad, la galera es un feroz depredador arenícola que vive en túneles que le sirven de guarida y de puesto de caza. Acecha a sus presas y, cuando se ponen a distancia de tiro, las atrapa con sus pinzas para devorarlas a placer dentro del túnel que le hace las veces de madriguera.
En lo morfológico, guarda cierta semejanza con la cigala o con el cangrejo de río, pero sus hábitos no tienen nada que ver con los anteriores. Podemos atrapar galeras sirviéndonos de un tubo a modo de aspirador, que colocaremos sobre la boca del agujero donde vive, para “absorber” al animalillo y sacarlo de su guarida.
Lo más sencillo, sin embargo, sería comprarlo, aunque su precio puede ser a veces
desproporcionado.
La galera es ideal para tentar a casi todas las especies de roca y de arena, se encarna con facilidad –sus pinzas son blandas e inofensivas- y puede reportar capturas insospechadas.


Camarón o quisquillon. Palaemon serratus



Este crustáceo nos recuerda a una quisquilla gigante y cabezona. Vive en la zona intermareal o mediolitoral, al amparo de las oquedades y grietas que encuentra entre las piedras del fondo. De noche busca comida y se muestra más activo. Se pesca con redeños, reteles, nasas y otras trampas similares, cebadas con despojos de pescado.
Es muy codiciado por la exquisitez de su carne, por lo que se le persigue con saña.
El camarón o quisquillón es un magnifico cebo, pero muy poco empleado. La causa es, aparte de su relativa escasez, su enorme valor culinario, lo que le salva del anzuelo, pero lo empuja al puchero o a la parrilla, tanto da.
Desde aquí, como lo cortés no quita lo valiente, mantendremos que es uno de los mejores cebos que podemos emplear en la pesca costera, pero que nunca se nos ocurriría darle este cometido. Recomendamos encarecidamente que “pique” usted, y se coma este delicioso bocado que nos ofrece la mar.


Quisquilla. Leander aquilla



Todo buen aficionado reconoce su importancia como cebo natural. Su primo de zumosol, el camarón o quisquillón, es igualmente efectivo y se traslada su uso a aparejos más pesados, y a anzuelos de más porte, aunque si es fresco, hágame caso, no lo ponga de carnada y cómaselo usted.
Las quisquillas serán bien aceptadas en casi todos los nichos ecológicos de la rompiente, pero el problema que presentan es que debido a su mínimo tamaño, serán demasiado bien aceptadas, luego picarán muchos peces de muy escasa talla, con los inconvenientes que esto nos puede deparar si pretendemos otras capturas de mayor envergadura.
La quisquilla debe ser encarnada viva y entera (la cabeza, con sus antenas y sus ojos que brillan, es muy efectiva), comenzando por la cola, para situar la punta del anzuelo lo más cerca de la cabeza. Para conseguir el mejor encarnado, es conveniente acomodar la forma y tamaño del anzuelo a la talla de la quisquilla, de manera que no sobresalga nada, pero que tampoco quede parte alguna de su cuerpo sin su correspondiente porción de acero.
Como con el resto de los crustáceos pescando a boya, el bajo de línea debe ser largo y se debe lanzar preferiblemente a donde el agua “engorda”, es decir, donde se ve enturbiada por la espuma o por cualquier otro factor.
Para hacernos con un puñado de quisquillas basta con rastrear las zonas intermareales con un truel o quisquillero. Suelen ocultarse entre el verdín de las rocas y las algas del fondo. Si necesitamos mayor cantidad, procederemos a cebar el truel con trozos de pescado.

Respecto a la conservación del cebo capturado, un anciano pescador me explicó que lo mejor era meterlo en una boina vieja llena de algas mojadas. Yo no le voy a contradecir, pero, como muchos -entre los que me incluyo- ya no gastamos boina, y éste no suele ser un artículo que pulule envejecido por los recovecos de nuestros armarios roperos, podremos sustituirlo por un saquito de gruesa tela o de bayeta,siempre lleno de algas frescas y húmedas. 
Las quisquillas se conservan muy bien en un cesto de mimbre cubiertas con virutas de madera.
Nunca utilizaremos recipientes con agua de mar para conservar nuestro cebo (es un error habitual que pronto produce la podredumbre del agua y la muerte y corrupción de los animalillos cautivos), sólo algas y arena mojada o, en algunas ocasiones y para especies -sobre todo anélidos- muy determinadas, serrín o virutas de madera húmeda.
Una vez el cebo así dispuesto, es decir, en un saquito lleno de algas mojadas, se guardará en un sitio fresco (a una temperatura de entre 7 ºC y 14 ºC) y si es posible, se le dará "de beber" -se sumerge el saquito en agua de mar durante unos minutos y luego se deja escurrir- diariamente y se inspeccionará para retirar los cadáveres (esto también es importante para evitar que mueran los demás).
Con esta técnica de conservación se podrá mantener el cebo en perfecto estado operativo durante varios días, tanto da que sean quisquillas, como cangrejillos, pulgas de mar o ermitaños.

 
Pulga de mar. Talitrus saltator


Este pequeño crustáceo vive en las zonas tildales, casi en el límite de la zona de marea, oculto bajo las piedras y las algas de la orilla. Se alimenta de algas muertas y desechos, y es activo sobre todo de noche.
Su nombre se debe a la agilidad con la que salta, no a su supuesto carácter parásito que algunos le atribuyen -lo que no es cierto en absoluto-. La pulga de mar es apetecida por la inmensa mayoría de peces del litoral, y encarnada en el anzuelo proporciona inmejorables resultados, igualables los ofrecidos por cebos tan reconocidos como la quisquilla.
Para su captura, se coloca un caldero enterrado parcialmente en la arena y dirigido hacia el agua durante la bajamar; las pulgas se introducirán solas en el mismo. Se conservan mas tiempo si ponemos serrín en el recipiente en el que las guardemos. 
Para pescar con este cebo se emplean varias técnicas, aunque la más usual y productiva es la de utilizarlo previamente como macizo o engodo. Sólo debemos arrojar unos puñados al agua, antes y durante la pesca, para mantener a los peces en el puesto.
De esta forma sacaremos todo el partido a este gran cebo, desconocido por muchos aficionados.
El mayor inconveniente que presenta viene dado a causa de sus reducidas dimensiones, por lo que, si utilizamos anzuelos superiores a su tamaño, debamos emplear varios de estos simpáticos y saltarines crustáceos para cubrirlo en su totalidad.
Es confundida a veces con otro crustáceo -éste sí de carácter parásito- denominado "piojo de mar", de mayores dimensiones y poseedor de unos ganchos, con los cuales se adhiere a sus huéspedes para alimentarse de su sangre. Este animal, aun siendo bastante desagradable, también puede ser utilizado como cebo con bastante éxito, por lo que cuando cobremos un pez que lleve -bien dentro de la boca, bien asido a cualquier parte de su cuerpo- uno de estos "piojos", podemos asimismo encarnarlo en el anzuelo si no nos produce reparos manipularlo.


Gamba


Fáciles de conseguir en cualquier pescaderia, usarlas preferentemente frescas o si son congeladas salarlas si es necesario. 
Normalmente se usa a boya para capturar espáridos, lábridos y serránidos, siendo muy habitual usarla para la captura del Xargo, tiene la ventaja que le gusta a la gran mayoría de los peces excepto el Congrio.
Se suele usar la variedad de gamba arrocera por su tamaño mas pequeño para la boya.
A la hora de anzuelar la gamba, al igual que la quisquilla, dependemos del tipo de anzuelo, del tamaño del crustáceo y de la técnica a emplear...Ensartadas con varilla, en racimo pinchadas de la cola y si se practica lance pesado se atan con hilo elástico. El único "pero" del uso de la gamba como cebo es su fragilidad, pero las capturas, sea cual sea el fondo pesquero, estarán aseguradas. 



Gambusin o cangrejillo, Upogebia Pusilla

  

 De color pardo verdoso,presenta un acusado dimorfismo sexual,al tener el macho el primer par de patas mas desarrollados que la hembra y la pata izquierda mas grande que la derecha.Tiene el abdomen robusto,y recuerda a las cigalas,que excavan sus galerías en los fondos arenosos con una profundidad que esta en relación con el nivel del agua en bajamar,de manera que la cámara terminal nunca queda en seco.Para cavar utiliza las patas primera y cuarta de cada lado,con las que socava la arena y la compacta,gracias a una secreción viscosa y aglutinante;la tercera pata actúa como la llana de un albañil, y las restantes hacen de escobas,consiguiendo que cada madriguera presenten de tres a cuatro salidas. Desprenden un fuerte olor (si están vivos),el cual hacen de ellos un cebo excelente para doradas y lubinas.

Existen otras especies de gambusinos en nuestra costa:el Upogebia Deltaura es una de ellas,y en su túnel suele vivir un pequeño bivalvo;la otra especie de gambusin blanco (Upogebia Tyrrhena),que cava su galeria en arena limpia,buscando para iniciarlas el abrigo de una piedra.
 Este es frecuente en los fondos de arena de la orilla izquierda del canal de la ría de Villaviciosa y en algunas playas de arena fina,como la de Aramar,en el concejo de Gozon.Se pesca cuando comienza a subir la marea,que es el momento que asciende por la galeria;se aplica entoces,con fuerza,un desatascador de cañerías sobre uno de los agujeros,el gambusin saldrá despedido (junto con un chorro de agua) por el otro lado.Se debe encarnar,si esta vivo,por la cola y si esta muerto por la cabeza.








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