martes, 9 de julio de 2013

¿CÓMO VEN LAS ESPECIES?




                ¿CÓMO VEN LAS ESPECIES?





 Introducción


¿Cómo ven los peces marinos? ¿ven los peces de mar el color? ¿cómo perciben los colores? ¿los perciben del mismo modo que nosotros?


Para nosotros, resulta muy difícil comprender realmente como ven unos animales cuya arquitectura ocular esta diseñada para un medio, el acuático, unas mil veces mas denso que la atmósfera. Nuestra vista, en una atmósfera muy limpia y con luminosidad óptima, como la de un día soleado, puede alcanzar una treintena de kilómetros; Los peces parecen tener el limite de visión a unos 15 metros  y, con frecuencia, esta frontera visual esta bastante mas próxima, tanto por factores intrínsecos de la propia especie íctica (fisiología y estructura del ojo) como por factores ambientales que disminuyen la penetración o trasmisión de la luz en el medio acuático (limos en suspensión, desarrollo fitoplanctónico....) de ahí que se diga faltando bastante a la verdad, que los peces son miopes....




 Visión binocular




Al observar a un ejemplar de lubina, de corvina, de sargo, ... la posición de sus ojos puede inducirnos a error, haciéndonos creer que un objeto es visto con uno u otro ojo, pero no con ambos, y sin embargo no es así, los peces poseen un campo de visión binocular situado allí donde les es mas útil para hacerse con su alimento, delante de la boca. Además, en este campo binocular anterior es donde su vista es mas aguda y no solo porque ahí dispongan de la capacidad de apreciar distancias, aspecto este tanto necesario para capturar a sus presas (pececillos, crustáceos, moluscos....) que forman parte de su dieta. Puesto que la estima de distancias resulta imprescindible par tener éxito en la regularidad de sus capturas.

En algunas especies ictívoras este campo de visión binocular se amplia con una disposición casi frontal de los ojos. En estos peces, la movilidad y velocidad de sus presas exige una notable capacidad para medir distancias, de otro modo falla en la acometida y la presa escapa; la sanción de esta deficiencia a largo plazo, seria muy grave: la especie se extinguiría, incapaces sus integrantes de solucionar su necesidades alimentarias con cierta regularidad.


La estructura del ojo de un pez es muy semejante a la del ojo humano, la gran diferencia radica en que su cristalino es esférico y no bicóncavo.


Pero aquellas especies donde la disposición de los ojos es claramente lateral (la mayoría de los peces marinos) la visión binocular se explica al considerar que el cristalino de los peces es esférico y no se asemeja en su forma a una lenteja, a una lente bicóncava, como en nosotros.





Además de su forma esférica, el cristalino de los peces tiene también otra característica destacable: posee el más elevado índice efectivo de refracción conocido en los vertebrados, lo que significa que las imágenes son trasmitidas a la retina sin y con muy escasa distorsión

Otra diferencia destacable en la relación con el cristalino afecta al modo de enfocar los objetos. En nosotros, el cristalino adelgaza o se acorta y ensancha por la acción de los llamados músculos ciliares, permitiéndonos así enfocar objetos lejanos y cercanos respectivamente. En los peces la acomodación visual a la distancia, el enfoque de objetos situados a distintas distancias del pez se produce por un desplazamiento hacia delante o hacia atrás del cristalino esférico, lo que realizan los llamados músculos retractores.



 Campos laterales


Esfericidad del cristalino y resalte ocular que explica también el amplio campo de visión lateral (el pez ve hacia arriba, hacia abajo, y hacia atrás). Hecho que, traspasado el campo de la fotografía, ha dado lugar a que coloquialmente se denominen “ojos de pez” a los objetos de tipo gran angular. El campo de visión global de un pez genérico se asemeja, así, al haz luminoso que saldría de una linterna de lente hemisférica a la que se le hubiese desprovisto de la arandela final que limita lateralmente su luz.



Fotografía con ojo de pez
Sin embargo, en estos campos laterales de visión monocular no le es posible medir distancias con precisión y son mas útiles para detectar movimientos que para obtener imágenes nítidas, tal y como nos sucede a nosotros con aquellos objetos o sujetos de los que percibimos su movimiento por el rabillo del ojo, sin que podamos precisar que es lo que se mueve hasta no orientar la cara en esa dirección. Algo que también hacen los peces, disponiendo su cabeza en dirección al objeto que se mueve en uno de sus campos de visión lateral, para identificarlo.

En estos campos laterales de visión imprecisa, una baila, una anjova,..... pueden ser engañados mas fácilmente por un señuelo (artificial, cucharilla.....) que se desplaza por uno de ellos que si este atraviesa su campo visual delantero. En el campo lateral basta con que parezca una presa, en el frontal se le ha de convencer de que es una presa.


Aunque, insisto, el pez para embocar orientara primero su cabeza hacia aquel supuesto alimento cuyo movimiento a detectado con uno de sus ojos. Pero solo si este supuesto alimento reune otras características (velocidad, vibraciones emitidas,...) y se dan ciertas circunstancias achacables al propio pez (apetito, actividad de caza,....) la respuesta que se producirá es la que deseamos: el ataque a nuestra muestra. Así, por ejemplo un objeto simplemente atisbado en el campo lateral que parece acelerar para huir, será atacado por el róbalo sin dilación, antes de que escape,.... si esta de caza. Entonces es fácil engañarlo.






 Conos y bastones


La retina, capa ocular donde los rallos luminosos van a producir reacciones fotoquímicas que, transmitidas por el nervio óptico, serán interpretadas por el encéfalo, posee en los peces, como en nosotros, dos tipos celulares: conos y bastones.


Estos últimos, excitables por haces de luz débil, proporcionan una visión monocromática (distintos tonos de gris) semejante a la que nosotros tenemos en condiciones de semipenumbra (vemos la silueta del árbol que se recorta sobre la ultima claridad del cielo pero no podemos distinguir el color de sus hojas).


En bastantes peces, como la oblada, la densidad de células sensibles al calor se sitúan en la parte baja de la retina.


Los conos solo se excitan con luz intensa y son los responsables de la visión en color. De mayor o menor densidad de estas células en la retina dependerá la mayor o menor sensibilidad visual para los colores.




En general la discriminación de colores se notaría en todas aquellas especies que desarrollan sus cielos vitales en aguas transparentes y bien iluminadas, lo que es aplicable a las litorales donde el pescador deportivo ejerce su actividad; Por el contrario, esta muy disminuida en aquellas especies que habitan en aguas profundas, o donde domina la opacidad.


En estos peces pierde importancia la visión cromática (y aun la visión a secas) a favor a otros órganos sensoriales (barbilones, peribucales, línea lateral, olfato,...) y mas útiles en estas condiciones para detectar el alimento.


Los peces depredadores con actividad nocturna, como el congrio y la morena, debe tener un buen olfato que les guié y un predador de biotopos opacos detectara a un pececillo con natación irregular a través de las ondas de presión que viajan por el agua y que reciben su órgano sensitivo lateral, por su línea lateral.

Rape

La desigual importancia de visión en distintas especies ícticas queda reflejada, en alguna medida, en los diámetros oculares relativos. La lubina por ejemplo, especie diurna que tiene su campo de acción en aguas someras y en la proximidad de la interfase “agua- aire” donde captura a sus presas móviles (camarones, gambas, angulas, lanzones,....) tiene un diámetro ocular relativamente grande para su tamaño.

Por el contrario, el rape, cuyo ciclo vital transcurre en el fondo de aguas mal iluminadas tiene un diámetro ocular bien reducido en comparación con su cuerpo.

El besugo, (pagellus acarne), que tiene ojos bien grandes para su talla, habita a profundidades donde la luz recibida es muy tenue; digamos que su estrategia de percepción es agrandar sus ojos para recoger la débil claridad de las aguas.



Besugo
Siendo esta disparidad de diámetros indicativos en buena medida de la importancia que tiene la visión en los ciclos vitales de las especies ícticas, son las muy distintas densidades de conos y bastones los últimos responsables de una vista mas o menos aguda.

Y hay una estrecha correlación entre la claridad de visión cromática, los hábitos alimenticios y la posición marina que suele ocupar cada especie en el seno acuático. Y tan posible es explicar esa agudeza cromática en función de estos hábitos, posición.....como estos en función de aquella, pues en ecología no tiene sentido hablar de relaciones simples causa- efecto sino de interacciones (relaciones recíprocas). Dicho de otro modo: existe una presión selectiva, que se manifiesta en adaptaciones y en evolución, que relaciona capacidades biológicas (por ejemplo la claridad de la visión) y función en el ecosistema, o con mas propiedad, nicho ecológico de la especie.



 Peces "Visuales y Ciegos"


Los predadores de superficie, ya sean macrodepredadores (palometones, corvinas,....) o mesodepredadores (sargos, mojarra, raspallón,....) presentan un alto numero de conos por unidad de superficie retiniana y, en consecuencia, una gran agudeza visual para los colores; son peces que llamaremos visuales.


En el extremo opuesto se encuentran los habitantes de aguas profundas (donde la luz que llega es poco intensa y monocromática) o especies de hábito nocturnos, que carecen de conos o los tienen de baja densidad. Estas especies tienen poca capacidad para discriminar colores, son ciegos- o casi- para el color.


Bien conocido de los pescadores es que bastantes peces carnívoros (anjovas, bailas, róbalos) muerden las muestras que el pescador les ofrece en las proximidades del plano acuático en atardeceres y amanecidas, en momentos de sombra larga. La baja intensidad lumínica de estos instantes explica que (en igualdad que en otros factores influyentes) las picadas sean mas abundantes en estos momentos de luz deficitaria, cuando es mas fácil tentarlos con estas imitaciones de sus presas que son los señuelos.




Aunque, con rigor, hemos de adelantar que los ritmos de alimentación tienen que ver mucho en este morder en los momentos crepusculares por estos y otros peces, como los salmones en el mar.

Por el contrario, los peces visuales (de hábitos diurnos, habitantes de las aguas superficiales, depredadores) suelen poseer un relativamente menguado del olfato; así se interpreta el escaso desarrollo de los centros olfativos del encéfalo, muchos menores que los centros visuales. Parece, que su estrategia vital fía el éxito mas en la visión que en el olfato, justo lo contrario de lo que ocurre a los que hemos denominados “ciegos” para el color, donde el olfato toma el relevo de la visión y adquiere clara preeminencia en la obtención de información del medio.



Estas aproximaciones genéricas, deben ser particularizadas para cada especie íctica concreta. Así por ejemplo la anguila, con una extraordinaria sensibilidad olfativa tiene unos tres millones de bastones (visión monocromática) por cada milímetro cuadrado de superficie retiniana, lo que puede parecer excesivo para un pez que esta guiado por su olfato antes que por su vista. Pero los ojos de la anguila en el río están aguardando su etapa marina, cuando las anguilas europeas tengan que efectuar esa larguísima migración hasta el mar de los sargazos para reproducirse; migración que efectuara en profundidades de varios centenares de metros bajo la superficie oceánica. Entre los cambios que proceden inmediatamente a la migración esta, en la anguila, un crecimiento notorio de los ojos y sus bastones adquieren el pigmento visual típico de los peces marinos, la rodopsina, y no el que caracteriza a las especies propias del agua dulce, la porfirpsina.



Tanto en los de acusada visión monocromatica pero con escasez de conos (ciegos para el color) como en aquellos que hemos adjetivado de visuales, la distribución de conos y bastones en sus retinas no sigue una pauta regular.


En general, la región posterior de la retina (donde inciden los haces luminosos provenientes de su campo binocular anterior) presentan una mayor densidad de conos y/o bastones que el resto de la superficie retiniana, lo que explica que en este campo delantero la discriminación de formas y colores sean mayor que en los campos laterales.


A este modelo genérico hay que superponer, de nuevo, las peculiaridades de las distintas especies ícticas.


Por ejemplo: en la oblada, la región inferior de la retina (donde inciden directamente los rallos luminosos) tiene una densidad de conos significativamente mayor que la superficie retiniana superior (donde se captan los haces que proceden de debajo del animal) ; y además poseen estos conos una mayor diversidad de pigmentos fotosensibles, que los hace sensibles a distintos colores, así, este pez, o el atún, tiene un subcampo óptimo de visión delante y algo encima de su cabeza, y con frecuencia ambos atacan la muestra que el pescador le ofrece siguiendo una trayectoria oblicua ascendente.





Espero que este articulo haya dado respuesta a esas preguntas que alguna vez nos hemos echo todos sobre la vista de los peces.

Un saludo y buena pesca.







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